En la última semana de mayo, la plataforma Laudato Si’ ha celebrado una serie de actos para seguir impulsando el compromiso ecológico y social de la Iglesia malacitana. El 27 de mayo, la sede de Cáritas Málaga acogió la mesa redonda “El legado eco-social de Francisco”, dentro de la Semana Laudato Si’ 2025. El 30 de mayo numerosos malagueños se reunieron en una vigilia de oración y un acto público en la parroquia de El Salvador
La mesa redonda tuvo como protagonistas a Raimundo Real, catedrático de Biogeografía de la UMA; Pedro Leiva, director del Centro Superior de Estudios Teológicos San Pablo; Adela Jiménez, representante de Málaga Acoge, y Patricia Carrasco, profesora del IES Cartima, compartieron reflexiones profundas sobre el compromiso cristiano con el cuidado de la Casa Común. En ella se valoró la encíclica Laudato Si’ como punto de encuentro y referente esperanzado para todas aquellas personas que anhelan un mundo justo y respetuoso con la Creación; diferentes enfoques que confluyen en una misma esperanza. Se subrayó que la justicia social y ecológica es tarea de toda la sociedad, más allá de creencias, partidos o ideologías. El papa Francisco, con Laudato Si’, hace suyo el recorrido histórico eco-social de la Iglesia, recordándonos que el grito de la tierra y el grito de los pobres, son uno solo. Los ponentes insistieron en que la esperanza cristiana es más que un optimismo ingenuo: es fuerza transformadora, capaz de sostenernos incluso en medio de la crisis. Y recordaron la llamada clara de Francisco: acoger al inmigrante es un deber ineludible para toda comunidad que aspire a ser fraterna y justa. En palabras de los organizadores, «una tarde para reflexionar, inspirar y asumir compromisos. Recordándonos que cuidar la creación es cuidar de todos».
El viernes 30 de mayo se celebró una oración con exposición del Santísimo, acompañado de canciones que ayudaron a rezar por la Casa Común, expresando la exigencia evangélica de cuidar toda la creación, como obra de Dios. Al finalizar la oración, se realizó un acto publico, concentrándose los participantes en el paseo marítimo y leyendo el manifiesto que se expone abajo, haciéndose presente en el espacio publico como cristianos. Como expresaban en la octavilla que repartieron: «En esta década no se ha hecho lo suficiente para atajar los graves problemas ambientales y sociales que amenazan la vida tal y como la conocemos. Los síntomas del deterioro ecológico y los efectos del cambio climático son ya palpables en todos los rincones de la Tierra. La pobreza, el hambre crónica, las guerras… lejos de resolverse, se han agravado. Somos la última generación que tiene la posibilidad de cambiar el rumbo suicida que nos guía. Nuestros actos, lo que hagamos o dejemos de hacer, tendrán una huella muy profunda, para bien o para mal, en la siguiente generación. Desde la Esperanza en Cristo Resucitado, tenemos que dar un paso adelante. Tenemos que hacernos presentes como cristianos y personas comprometidas en todos los ámbitos de nuestra vida. Tenemos que mejorar en nuestro día a día, en los pequeños gestos, en los actos cotidianos. Todo cuenta. Pero también tenemos que alzar la voz. Denunciar y oponernos a los atropellos y la locura de una sociedad de consumo que descarta a los hermanos más débiles y expolia los recursos que la Casa Común nos regala a todos para llevar una vida digna y plena».
Queridos amigos/as, hermanos/as. Queremos daros las gracias a todos por estar aquí, y ser parte y razón de este acto público.
Cada año, durante el mes de mayo, los católicos de todo el mundo conmemoramos el aniversario de la encíclica Laudato Si’ y respondemos a su llamada. La Iglesia invita a la humanidad a superar sus diferencias y a trabajar unidos en la esperanza para responder a la compleja crisis medioambiental por la que atraviesa nuestro amado planeta, nuestra Casa Común.
Este año es muy especial: se cumplen diez años desde que el Papa Francisco nos regaló este texto fundamental, y es la primera vez que celebramos esta efeméride con el recién elegido León XIV al frente de la Iglesia.
Es un momento propicio para recordar que en esta década no se ha hecho lo suficiente para atajar los graves problemas ambientales y sociales que amenazan la vida tal y como la conocemos. Los síntomas del deterioro ecológico y los efectos del cambio climático son ya palpables en todos los rincones de la Tierra. La pobreza, el hambre crónica, las guerras…, lejos de resolverse, se han agravado.
Hoy, cuando el Amazonas, la Taiga, las Selvas, los bosques, los mares, los grandes ecosistemas son devastados y van desapareciendo. Hoy, cuando nuestros hermanos de Ucrania, Palestina, Sudán, Congo y otros tantos lugares en conflicto, lloran y mueren. Hoy, cuando el Reino parece estar un paso más lejos, la voz de los cristianos, valiente y comprometida, es más necesaria que nunca.
La Iglesia, desde Laudato Si ́, nos pide que Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza.
Caminemos cantando. Caminemos juntos. Caminar significa actuar, no ser sujetos pasivos o indiferentes. Debemos entender y acoger con alegría que vivir en este momento y lugar nos brinda la oportunidad, el privilegio y la gran responsabilidad de implicarnos en la resolución de los grandes retos de nuestra época.
Somos la última generación que tiene la posibilidad de cambiar el rumbo suicida que nos guía. Nuestros actos, lo que hagamos o dejemos de hacer, tendrán una huella muy profunda, para bien o para mal, en la siguiente generación.
Por eso, desde la Esperanza en Cristo Resucitado, tenemos que dar un paso adelante. Tenemos que hacernos presentes como cristianos y personas comprometidas en todos los ámbitos de nuestra vida. Tenemos que mejorar en nuestro día a día, en los pequeños gestos, en los actos cotidianos. Todo cuenta.
Pero también debemos alzar la voz. Denunciar y oponernos a los atropellos y la locura de una sociedad de consumo que descarta a los hermanos más débiles y expolia los recursos que la Casa Común nos regala a todos para llevar una vida digna y plena.
Es hora de cambiar el mundo, empezando por nuestra casa. Saliendo a la calle, al barrio, a la parroquia, a la ciudad, sin miedo, sabiendo que Jesús está con nosotros en cada paso que demos, pasos que nos acercan al Reino.
Gracias, hermanos y hermanas por compartir este rato y ahora, nos toca difundir este mensaje y hacerlo realidad.
Fuente: https://www.diocesismalaga.es/
