Tras el alto el fuego, la vida en la Franja se debate entre el dolor y un tenue optimismo por una tregua que, sin embargo, sigue pendiendo de un hilo. Emad Wafa Al-Sayegh, director ejecutivo del Consejo de Iglesias del Cercano Oriente: “Aquí seguimos necesitando de todo: desde medicamentos hasta pan”
De vez en cuando, el estruendo de las bombas interrumpe la calma surrealista y todo vuelve a ser como antes: dolor y muerte, sangre y desesperación. Luego, de repente, ese silencio ensordecedor –que nunca se sabe si anuncia un nuevo ataque aéreo israelí – vuelve a apoderarse de todo. Muchos habitantes de Gaza la llaman la tregua “yo-yo”: desaparece si Israel considera necesario eliminar objetivos que todavía percibe como amenaza, y reaparece cuando los misiles han cumplido su sucio trabajo.
Suspiro de alivio
Aun así, el alto el fuego, que parece estar sostenido por un hilo, sigue arrancando un suspiro de alivio a toda la población. “La gente ha recibido la decisión de suspender la guerra con una mezcla de consuelo temporal y extrema cautela”, relata a los medios vaticanos Emad Wafa Al-Sayegh, quien en Gaza dirige el Near East Council of Churches, una organización ecuménica no gubernamental que opera bajo el amparo del Consejo de Iglesias de Oriente Medio (MECC) y recibe apoyo de la Catholic Near East Welfare Association – agencia fundada por el Papa Pío XI con el fin de asistir a las Iglesias orientales – cuya misión principal es proporcionar ayuda al sistema sanitario de la Franja, hoy reducido drásticamente en un 80%.
Hambre y sufrimiento
La débil esperanza, mezclada con un escepticismo generalizado, tiene su origen, explica Al-Sayegh, en la historia de repetidas violaciones por parte de Israel y en la preocupación de que no se esté afrontando correctamente la cuestión del apoyo humanitario y de la reconstrucción. “En el fondo, la institución que dirijo se siente aliviada de que ahora esta tregua pueda favorecer las intervenciones de emergencia, como la entrega de medicamentos y equipos a los hospitales destruidos durante el conflicto.
Sin embargo, no dejamos de ejercer presión sobre los gobiernos y las organizaciones internacionales para que garanticen un acceso seguro a los equipos médicos y empiecen a reconstruir el sistema sanitario.” También porque “más de dos millones de palestinos sufren por la falta de alimentos, medicinas y agua potable, cuya escasez provoca enfermedades como el cólera, que se está propagando cada vez más rápidamente”.
Dinámicas positivas
En la lista de dinámicas positivas que el alto el fuego está generando – al menos sobre el papel – hay tres que el Near East Council considera fundamentales: permite la entrada a gran escala de bienes de primera necesidad; detiene los bombardeos directos, protegiendo vidas humanas, posibilitando desplazamientos seguros y el reencuentro familiar; y abre la puerta al diálogo político y a la justicia, con especial atención al respeto por la vida humana y el derecho.
Este escenario, sin embargo, solo podrá consolidarse y funcionar si hay un fuerte apoyo internacional, admite Al-Sayegh: “Desde que comenzó la tregua, los cambios son tangibles pero limitados. Así lo han afirmado también las Naciones Unidas y la Cruz Roja. Aunque sus actividades se han visto parcialmente favorecidas, el cambio en curso sigue siendo muy frágil”.
Acciones concretas
Las nuevas iniciativas que el director ejecutivo del Near East Council pide a la comunidad internacional coinciden con las del Consejo de Iglesias de Oriente Medio: “El pueblo palestino puede ser ayudado mediante acciones concretas.
Por ejemplo, imponer sanciones contra las violaciones israelíes y apoyar las resoluciones de las Naciones Unidas – como la 2334 – para detener la expansión de los asentamientos y reconocer un Estado palestino independiente; aumentar los fondos de ayuda inmediata a través de organizaciones como la UNRWA – la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos – y romper el asedio para permitir el ingreso sin restricciones de la ayuda; alentar a los tribunales internacionales a juzgar a los responsables de los crímenes y respaldar programas educativos de convivencia interreligiosa; invertir en la reconstrucción y prestar especial atención a una paz justa que garantice los derechos de los palestinos.”
Iglesias implicadas
Aunque en esta fase tan delicada las Iglesias cristianas – como la católica, la ortodoxa y la evangélica – están desempeñando su papel pacificador en el ámbito de la ayuda humanitaria, no se descarta que en el futuro próximo puedan hacer más. “Yo – concluye Al-Sayegh – creo profundamente en el diálogo interreligioso.
Se podrían organizar encuentros para promover la tolerancia, animar a los creyentes de las distintas religiones a presionar a los gobiernos para que respeten el derecho internacional, y lanzar programas educativos en mezquitas e iglesias para transformar las conciencias y reducir el odio, sobre todo entre las nuevas generaciones. Si se centran en valores compartidos como la compasión y la dignidad humana, las religiones pueden contribuir poderosamente al proceso de paz”.
Fuente: https://www.vaticannews.va/
