El Papa Francisco recibió esta mañana a la histórica organización sindical italiana y denunció lo que define «distorsiones del trabajo», empezando por el trato desigual a las mujeres, que ganan menos que los hombres y son despedidas cuando se quedan embarazadas. «Los trabajos desgastantes siguen estando poco protegidos», afirmó. Y denunció las muertes en el trabajo: «Cada muerte en el trabajo es una derrota para toda la sociedad», dijo
¿Por qué una mujer debe ganar menos que un hombre? ¿Por qué los trabajos más desgastantes siguen estando tan poco protegidos?
Por una parte, la denuncia: el “capolarato”, la explotación, los turnos sumamente exigentes, el desempleo, los conflictos internos, la tragedia de las muertes blancas y las «distorsiones del trabajo» como la disparidad salarial entre hombres y mujeres, la precariedad juvenil y la «cultura del despido». Y, por otra, las propuestas y el estímulo para transformar los entornos laborales en lugares de fraternidad, donde formar a las personas y educarlas tiene esa paz de la que el mundo actual está «sediento». Es una reflexión global pero, al mismo tiempo, una instantánea dramática del mundo del trabajo, el largo discurso del Papa a la Confederación General Italiana del Trabajo, CGIL.
Saludo del secretario general Landini
El Pontífice recibió en el Aula Pablo VI a unos cinco mil de los cinco millones de inscriptos en la histórica organización sindical italiana, fundada a finales del siglo XIX. A ellos el Papa les dio las gracias por lo que han hecho, hacen y harán por los más pobres, los emigrantes, las personas frágiles y discapacitadas, y los desocupados, a quienes dijo:
“No hay sindicato sin trabajadores y no hay trabajadores libres sin sindicatos”
Sus palabras fueron precedidas de una amplia intervención del secretario general, Maurizio Landini, quien tocó todos los puntos neurálgicos del trabajo actual y reiteró el compromiso conjunto de los organismos laicos y de las asociaciones católicas.
Fuente: www.vaticannews.va
